martes, julio 26, 2005

Candidatos, ciudadanos y marketing político


Los candidatos para las próximas elecciones son noticia destacada y constante en los medios de comunicación de nuestro país. En un mundo sobrecomunicado y constantemente bombardeado por mensajes de todo tipo, ahora debemos agregar las campañas de prensa, publicidad y relaciones públicas de los eternos candidatos, dispuestos a seguir gozando de los beneficios de su “labor pública”. Ya los vemos, a toda hora, haciendo declaraciones “preparadas a la carta” por sus asesores.

Ellos suponen, y a lo mejor tienen razón, que a la gente le interesa lo que dicen. Pero, habitualmente, nos encontramos con que hablan de temas políticos, a un nivel que el ciudadano común y corriente, no puede decodificar ni hacerlo suyo.

En general, el político se pasa la campaña criticando a su adversario, en lugar de explicar a los votantes que ganan con votarle a él. Creen que a la ciudadanía le interesan sus odios políticos, cuando, en realidad, la lucha política es una mirada al ombligo que no le llega al ciudadano.

Cuando deciden entrar a terreno, algunos hablan de programas de trabajo donde afirman sólo que van a hacer, pero nunca son muy precisos en cómo lo van a hacer. Algo que casi nunca se concreta, por lo demás. Son las famosas y tradicionales llamadas “promesas políticas”.

En las campañas, los famosos comités de asesores, elucubran complejas teorías justificándose en el marketing político. Para ello, “los expertos” se reúnen infinitas y largas noches para encontrar las frases publicitarias precisas y el tono que llevarán los mensajes. con slogans sin beneficios precisos para quiénes van a ir votar y eso, obviamente, provoca desconcierto en la masa votante. Siempre lo mismo, dirán.

Es así como vemos a diario recursos de nominación negativa donde se descalifica al adversario, procedimientos testimoniales donde personas de prestigio manifiestan su aprobación y apoyo por el candidato, llamados al pueblo para demostrar una gran adhesión creando ilusión de universalidad y formas de inducción de un tipo particular de asociación.

De que sirve si la facultad de asimilación de las masas de votantes es muy escasa, su entendimiento pequeño, y su falta de memoria es grande. Ni siquiera son capaces de enunciar un juicio razonable, sólo son seres humanos indecisos (palabra muy importante en una elección) y dispuestos a la duda y a la vacilación. Sus opiniones y actos son dirigidos mucho más por la impresión que reciben sus sentidos que por reflexión pura, Tiene nociones positivas o negativas de amor o de odio, de derecho o de injusticia, de verdad o de mentira. Los sentimientos medios no existen en un votante.

Nos encontramos, entonces, con tres tipos de personas: los que creen todo lo que ven o escuchan, los que ya no creen nada y los menos, que examinan con espíritu crítico antes de juzgar. A los votantes hay que explicarle los ejes de su campaña de manera simple y darle una respuesta precisa a la pregunta: ¿Qué gano yo con votar por usted, señor candidato? Respóndale, que va hacer y como espera lograrlo cuando se elegido. Así de simple.

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